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- Un viaje cultural por LA SIERRA DE FRANCIA (pdf) [3.575 KB]

- Folleto turístico LA SIERRA DE FRANCIA (pdf) [1.049 KB]

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La Alberca, refugio de la tradición

Extensos robledales y variados frutales rodean el caserío de La Alberca, bajo la protección de la emblemática Peña de Francia y de su Virgen morena. Es, sin duda, una de las más bellas localidades de la Sierra de Francia y primer pueblo español declarado Conjunto Histórico en 1940.
Su arquitectura tradicional de entramado serrano proyecta las casas hacia el cielo, conservando escudos e inscripciones de recuerdo medieval. La moza de ánimas canta sus oraciones al anochecer con el sonido de su esquila de fondo; mientras, el marrano de San Antón corretea por las empedradas calles en torno a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.
Las fiestas se hacen únicas e irrepetibles, con autos sacramentales como La Loa, que acompaña al Ofertorio en agosto; el Corpus, o el Día del Trago o del Pendón. Excusas idóneas para visitar la localidad y disfrutar de la tradición, contemplando la extraordinaria joyería e indumentaria festiva que adorna a mozas y mozos.
El alto del Portillo permite descubrir el mágico valle de Las Batuecas: robles, madroños, antiguas ermitas y el monasterio del Desierto de S. José invitan a perderse y abstraerse, como el dicho “estar en Las Batuecas”.

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Conjunto Histórico en 1940

cae la noche
Cae la noche. El silencio invade las calles y plazuelas como anticipo del descanso al que se entregarán las gentes del pueblo cuando concluyeron, ya, aquellas horas de sol que alumbraron sus quehaceres.
Es otoño y un halo de quietud se trasmite desde las viviendas apretadas que surgen de las calles intrincadas de la localidad serrana de La Alberca, una de las más bellas localidades de Salamanca.
A lo lejos, primero apenas reconocible y luego más nítidamente, se escucha el cadencioso sonar de una esquila. El tintineo se aproxima y percibimos que se acompaña de unas palabras repetidas presurosamente, a modo de letanía. Se trata de la Moza de Ánimas que, cada tarde, se torna en peregrina vespertina para recorrer las esquinas y rincones, rezando por aquellas almas que esperan su tránsito en el purgatorio.

Este breve relato pareciera ser una imagen medieval, pero no es así: se encuentra viva y presente hoy día, como otras muchas en este sugestivo pueblo, que ostenta el privilegio de ser el primero en ser declarado Conjunto Histórico en 1940. Se asienta en las laderas de la Peña de Francia, cima que acoge al santuario y a la virgen del mismo nombre, verdadera protectora de personas y haciendas de estos parajes. En su entorno predominan extensos robledales, salpicados de castaños y algunos frutales.
Numerosos vestigios prehistóricos, como las afamadas pinturas neolíticas dispersas en abrigos rocosos del valle de Batuecas, denotan un antiguo poblamiento, en el que se suceden diferentes culturas. Ello ha permitido perpetuar distintos modos de vida, tradiciones, herencias y querencias aún visibles en la actualidad, como las que recuerdan tiempos de convivencia cristiana, judía y morisca.

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ARQUITECTURA TRADICIONAL
El aspecto de su caserío es ya atractivo cuando se percibe desde la lejanía. Un nutrido conjunto de casas se agolpan sobre el terreno urbano como si el espacio disponible fuera exiguo. Las calles se estrechan y los tejados se atraen, hasta casi tocarse. Las viviendas parecen, entonces, lanzarse hacia el cielo con el afán de conseguir superficie para desarrollarse. Y es que la arquitectura tradicional de La Alberca es una de sus señas de identidad internacionalmente más reconocida.
El entramado serrano proyecta las casas hacia la verticalidad, como si nacieran del suelo, con una organización interior característica, con bodega y empinada escalera en la planta baja, sala y alcobas en el primer piso y por encima la cocina, siempre bajo el sobrao, que alguna vez esconde o enseña un viejo horno. Todo bajo la común protección de un tejado sin chimenea que deja escapar el humo por entre las tejas, tras servir de tradicional conservante de chacinas y otros alimentos cotidianos. Al exterior la casa se adorna de solanas y balconadas y, frecuentemente, de singulares y a veces misteriosas inscripciones en dinteles y jambas recuerdo de pasados medievales, de tiempos de inquisiciones y cristianos viejos, o cuando no, de antiguos repobladores francos.
las calles
La mejor manera de conocer esta localidad es perdiéndose por sus rincones y callejuelas, tras el rumor de sus fuentes, a la búsqueda de antiguos hostigos, o huyendo de la algarabía de presurosos visitantes. Cualquiera de los caminos que tome, irremediablemente, le llevarán hasta la Plaza Mayor porticada, centro de la vida y de la fiesta de sus moradores. Allí, cerca de la cruz que protege permanentemente la fuente, acontece todos los años, allá por el mes de agosto, el Ofertorio, donde la comarca entera acude para hacer ofrenda de bienes e intenciones a Nuestra Señora de la Asunción.
Fiesta
Fiesta por excelencia de toda la Sierra de Francia, enseña a propios y extraños las mejores galas en indumentarias y joyerías que abandonan por unas fechas los más recónditos ajuares escondidos en las antiguas arcas para adornan y engrandecer la fiesta. Mozas y mozos se visten, entonces, de antiguos ropajes conocidos como el Traje de Vistas, momento idóneo para conocer y disfrutar con la contemplación de unos de los trajes típicos más ricos y valiosos de toda España.
Un día después, en el Solano Bajero, en el atrio de la cercana iglesia, muy cerca de la urna de las ánimas del purgatorio y con las calaveras óseas como perpetuas espectadoras inertes, tiene lugar la Loa; se trata de un auto sacramental, donde ángeles y demonios, en forma humana de habitantes y vecinos, luchan por el consabido éxito del bien sobre el mal, en una curiosa batalla donde no falta el humo, las llamas, el gentío y el más sencillo e ingenuo elenco de protagonistas.

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IGLESIA DE LA ASUNCION
Aproveche la cercanía de la iglesia de La Asunción (del siglo XVIII) para adentrarse en el templo y contemplar su púlpito policromado, su retablo mayor o el famoso Cristo del Sudor, atribuido a Juan de Juni. Al salir se encontrará con la escultura que recuerda la medieval tradición del cerdo de San Antón, animal que vaga por las calles y es alimentado por los vecinos hasta el 17 de enero, cuando será rifado para deleite de lugareños y forasteros.
Otros templos menores, en forma de ermitas y humilladeros, adornan su caserío y las inmediaciones. Cualquiera de ellas merece un sosegado paseo, como el que discurre hasta la de San Antonio o la de San Blas. Esta última, el día del Pendón y el lunes posterior, con día del Trago, se convierte en lugar de romería en recuerdo de la tradición cuando las mujeres, allá por el siglo XV, arrebataron el pendón a las tropas lusas que pretendieron saquear el pueblo.

MAJADAS VIEJAS
También recomendamos el camino que se acerca hasta una de las ermitas más pintorescas de la Sierra de Francia, la conocida como de Majadas Viejas, con un entorno inolvidable presidido por el viejo pozo o el púlpito adosado a la ermita, o el que nos lleva hasta la antigua ermita de San Marcos. Este último sendero, bajo el nombre de Camino de las Raíces, es una de las más originales iniciativas que se han tomado en estas tierras para promocionar sus singularidades y los múltiples recursos que atesora.
Arte y naturaleza se aúnan en pleno parque natural hasta llegar a la bella laguna de San Marcos, donde en sus aguas se reflejan los viejos muros de piedra del templo, la silueta inconfundible de la Peña de Francia y una audaz escultura pétrea que, al atardecer, olisquean curiosos ciervos y jabalíes, verdaderos señores del bosque.
Como puede comprobarse sobran las disculpas para desplazarse hasta La Alberca y dejarse envolver de la magia de su pasado y de la completa oferta de servicios que ofrece esta localidad al más exigente de los viajeros del siglo XXI.

Casa museo "Satur Juanela"

Otra iniciativa privada que dignifica la vida tradicional, modesta en lo material pero rica en matices y símbolos. En una de las pocas casas albercanas tradicionales conservadas en estado puro, sus promotores han reproducido en sus cuatro plantas cada espacio doméstico y productivo con detalle y cuidado: cuadras, granero, cocina, despensa, alcobas y salas, y finalmente el sobrao, donde los visitantes pueden disfrutar de un interesante audiovisual. Conserva todo el mobiliario y enseres originales de la casa, permitiéndonos saber cómo se vivía en la Sierra de Francia hasta hace muy pocas décadas.

Entrada: General: 2,50 €. Grupos mínimo 15 personas: 2 €. Gratuita: niños acompañados.

Casa del parque de Las Batuecas-Sierra de Francia

En la Casa del Parque encontrarás toda la información que necesitas para tu visita a este parque natural. Un monitor te dará la bienvenida y las informaciones que precises. Además, podrás conseguir publicaciones y otros objetos informativos o de recuerdo. La parte expositiva cuenta con dioramas y maquetas, paneles y recursos audiovisuales, muchos especialmente diseñados para los niños.
Hay cumplida información acerca de líquenes, musgos y helechos, sobre las principales especies de mamíferos y aves, y de un paisaje único e imponente. También hay lugar para un “rincón de la memoria” donde se explican los oficios tradicionales y los cambios producidos en la vida de los pueblos incluidos en el parque natural de Las Batuecas-Sierra de Francia en el último medio siglo.

Entrada: general: 1 €. Reducida (niños, grupos y jubilados): 0,50 €. Entrada y ruta de senderismo o taller: 3 €.

www.franciaquilamas.com Tel. 699132113 - 916732812 - 916732780 - e-mail Eloy Bullón, 18 - Santibañez de la Sierra - SALAMANCA - Castilla y León (ESPAÑA)